El conocimiento del abogado ha evolucionado desde un contenido exclusivamente jurídico propio de la abogacía tradicional en forma de “I”, al que se añaden conocimientos y habilidades en visión y gestión del negocio de nuestros clientes, la gestión de datos y herramientas tecnológicas, y muy especialmente la gestión de proyectos, para conformar un ámbito de habilidades más completo en forma de “T”.
A partir de 2018 aparece el modelo de abogado denominado Delta, que añade a los conocimientos y habilidades en forma de “T” aspectos relacionados con la inteligencia emocional, los valores de la profesión, potenciando una visión más humana del abogado, tan esencial en nuestra profesión, con el fin de aportar un reequilibrio al peligro de una tecnología deshumanizante o carente de valores.