La tecnología es un primer elemento que ha permitido extraer el conocimiento jurídico acumulado durante siglos en gruesos libros y brillantes mentes de abogados, para estructurarlo en sistemas ordenados a los que acceder de forma fácil, rápida y eficiente.
Un buen ejemplo fueron las primeras versiones de bases de datos jurídicas con normativa y sentencias, que poco a poco fueron retirando a los juristas de las bibliotecas en busca de antecedentes jurisprudenciales y fundamentos de derecho en los que basar sus escritos. Estamos hablando de tan sólo hace 25 años.