La rapidez del mundo empresarial obliga a gestionar riesgos y tomar decisiones con incertidumbres y en un entorno cambiante y ambiguo.
El sector legal está en plena transformación provocada por diferentes factores, principalmente por el impacto de la tecnología, la estandarización de ciertos tipos de servicio y el cambio en el hábito de compra/utilización de los servicios jurídicos.
Estos cambios suponen una forma diferente de asesorar legalmente, implicando un mayor compromiso que incluye criterios nuevos en la toma de decisiones. Sin embargo, los abogados tradicionalmente hemos estado preparados para realizar el trabajo técnico legal, tanto si desempeñan en un despacho como si lo hacen en una asesoría, centrándose más en la perfección técnica del escrito y no en la gestión de los asuntos legales con criterios de rapidez y eficiencia.
Existe una intensa presión para encontrar formas más rápidas y económicas de conseguir los mismos resultados y esto está empujando tanto a los departamentos legales internos como a los despachos a adecuar sus modelos en función del tipo de trabajo que realizan, es decir, si es estandarizable o si es singular y complejo.
