- Determinar lo que el cliente quiere, entender correctamente su negocio, las decisiones a tomar y los posibles cambios ante variaciones de los escenarios previstos.
- Fragmentar los procesos largos, a efectos de tener un mayor control y hacer posible su revisión con carácter periódico.
- Determinar a la persona que liderará el proyecto, con capacidad de cohesionar a los miembros del equipo, desde la empatía con el cliente.
- Asignar tiempo y recursos a las tareas a realizar con la necesaria flexibilidad para que los profesionales autogestionen sus responsabilidades.
- Implementar una política de comunicación activa con el cliente y entre los miembros del equipo, para asegurar el alineamiento en todo momento con los objetivos establecidos.
- Comunicar al cliente cualquier desviación sobre la planificación acordada para adoptar la mejor solución en la reorganización del proyecto (doble triángulo).
- Calendarizar las reuniones de seguimiento del proyecto (spints) para su correcta planificación.
- Medir de forma periódica mediante los KPIs adecuados el desarrollo del proyecto.
- Implementar políticas de transparencia, en las que el cliente tenga acceso y conocimiento en todo momento a la ejecución del proyecto.
- Destinar más atención a la planificación que a la ejecución.