Es el reto más importe al que debemos responder en nuestra actividad profesional consiste en aportar una utilidad o valor a nuestro cliente, pero que además el valor sea claramente perceptible para el cliente, que por lo general no pasará por la calidad técnica de los nuestros escritos, porque ésta debe darse por supuesta, en la medida en que ha dejado de ser elemento de diferenciación y competitividad de los profesionales, para situar el elemento de competitividad en la capacidad de aportar valor.
La aportación de valor consistirá en nuestra capacidad de innovación en la solución propuesta, la experiencia del cliente en el desarrollo del servicio, el contenido y la frecuencia de los entregables y especialmente en el precio. Debemos hacer más por menos y esto sólo es posible ganado eficiencia.
Todos estos elementos claves para la competitividad requieren nuevas habilidades y conocimientos, hasta el punto de transformar nuestra profesión.