Los retos que plantea la nueva normalidad, en el sentido de la imperiosa necesidad de incorporar flexibilidad para adaptarse al cambio permanente, exigirá, no sólo de nuevas habilidades, sino especialmente de actitudes, en el sentido de una orientación emprendedora de cara a la innovación, la generación de valor, entender el negocio de nuestros clientes, la empatía y escucha activa, lo que sin duda transforma la función del abogado hacia el concepto de emprendedor, en el sentido que debe gestionar su carrera profesional e incorporar las nuevas habilidades que exigen los nuevos retos, lo que sin duda genera grandes oportunidades.
Debemos gestionar un entorno que por definición es muy cambiante, donde la mejor actitud es la flexibilidad y capacidad de adaptación, porque el pez grande ya no se come al pequeño, sino el pez ágil es el que sobrevive, y para ello hemos de incorporar a nuestro mindset una mentalidad emprendedora y aprender a aprender.